El despertar estuvo marcado por música alegre y un ambiente festivo, animado por el equipo de la delegación de Bolivia. Posteriormente, la oración de la mañana invitó a recoger lo vivido el día anterior a través del símbolo del quipu, donde cada joven plasmó una palabra que representara su experiencia: amor, empatía, fraternidad, solidaridad.
La jornada avanzó con dinámicas que reforzaron el sentido de llevar esperanza en el rostro, tanto de forma simbólica ?pintándose con el color esperanza? como a través de la coreografía del himno del jubileo. Inspirados en textos de Christus Vivit (136-143) y frases de San Marcelino, los jóvenes se sumergieron en una profunda reflexión: ¿Qué es esperanza para mí? ¿Dónde la veo sembrada en el mundo, especialmente desde los jóvenes maristas?
Uno de los momentos más significativos fue la presentación de cartas escritas por jóvenes de los tres países, compartidas por delegaciones de otras nacionalidades como gesto de comunión e interculturalidad. También se destacaron testimonios de jóvenes que, desde sus vidas, son signos visibles de esperanza.
Durante la tarde, el espíritu comunitario se manifestó en el telar de cuerdas y nudos, símbolo de la historia compartida. Este espacio dio lugar a la construcción colectiva del Manifiesto Juvenil Marista, que recogió sueños, ideas fuerza y compromisos para seguir animando la vida juvenil en clave de esperanza.
El cierre de la jornada incluyó una emotiva reflexión sobre la amistad Marista, un video de despedida, el buzón de memorias y una evaluación compartida. Finalmente, la Celebración de la Esperanza se vivió en comunidad con una fogata simbólica, donde las velas encendidas representaron cómo, al unir sus luces, los jóvenes iluminan el presente y el futuro de la Provincia.
"Tú serás hoy Champagnat" resonó como canto final, recordando que la esperanza no termina con el encuentro, sino que sigue viva en cada joven que vuelve a su comunidad con el corazón encendido.