Gracias a esta misión, más de 711 maestros y maestras nativos han accedido a formación profesional, obteniendo títulos de Licenciatura y Grado de Bachiller en Educación Inicial y Primaria, fortaleciendo así la calidad educativa y el liderazgo en sus comunidades.
En enero de 2025, en la etapa final del programa, 36 maestros nativos están culminando su camino hacia la Licenciatura y 14 hacia el Bachillerato, siendo este grupo el último en graduarse, como lo establece la ley que dio origen al proyecto. La clausura, originalmente prevista para años anteriores, fue extendida debido a la pandemia.
La labor no ha estado exenta de desafíos: el idioma, el calor, los insectos, la lejanía, las carencias tecnológicas y las diferencias culturales fueron parte del camino. Sin embargo, todo ha sido superado con el compromiso de los voluntarios, más de 386 personas entre estudiantes y docentes de la Universidad Marcelino Champagnat, colegios maristas, y otras instituciones solidarias del Sector Perú, así como de Bolivia y Chile, todos miembros de la Provincia Marista Santa María de los Andes, que año a año se sumaron generosamente a la misión.
Waldo Maldonado Negrete, docente del Colegio Marista de Curicó, Chile, quien participó en múltiples ocasiones, destacó el carácter transformador del proyecto: "Nos encontramos con personas que anhelaban adquirir conocimiento sin perder su cultura y su identidad. Enseñarles fue una experiencia profundamente humana".
Durante la ceremonia de clausura, se vivieron momentos de honda emoción. Muchos de los nuevos licenciados expresaron su gratitud al Hermano Pablo González, al equipo académico y a los voluntarios, reconociendo que sin su apoyo no habrían logrado avanzar. Se mostraron también orgullosos de su alma mater, la Universidad Marcelino Champagnat, a la que consideran un hogar formador de grandes maestros y mejores personas.
El Hermano Bernardino Pascual Juárez, uno de los protagonistas de este recorrido, expresó con sentimiento: "Si Dios nos envía cincuenta buenos hermanos, haría mayores y mejores obras. Lo que nos falta es buenos hermanos para dar a la sociedad y a los pueblos originarios virtuosos cristianos y honrados ciudadanos".
Agradecemos profundamente a los pueblos originarios del Datem por su apertura, trabajo y espíritu fraterno. Ellos nos han enseñado tanto como nosotros hemos podido compartir. Que el Padre Dios los bendiga siempre, y que el espíritu de Marcelino continúe guiando los sueños de justicia y educación en cada rincón del continente.